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domingo, 7 de marzo de 2010

Doctor Jekyll y Míster Hyde

No se si habréis leido esta novela o no, pero me imagino que todos sabéis de qué va, y si no, yo os lo digo: es una de las obras más famosas del panorama literario mundial, de ello se deriva que incluso en algunas conversaciones podamos oír referencias a estas dos figuras que son los conceptos antagónicos más bipolares de nuestra lengua: el bien y el mal; las dos caras de una misma moneda que forman nuestra naturaleza humana.

Pues bien, este nuestro Sevilla ya ha sido capaz de mostrarnos esas dos caras, y precisamente ayer quedaron bastante bien reflejadas: la buena en el primer tiempo y la mala en el segundo. Lo divido en dos, aunque la maravilla no durara todo el primer tiempo y el desastre no fuera durante todo el segundo.

Salió el Sevilla, y particularmente lo digo, como a mí me gusta. Y no hablo en el término del once que salió, que una vez más antes de conocerlo se lo recité a mi amigo Eduardo Peinado que es testigo de mi acierto, sino por la disposición. Íbamos a la guarida de uno de los más poderosos a decir aquí estoy yo y si quieres ganarme vas a tener que sudar y sufrir. Y así fue, primera parte donde el Sevilla dominó de cabo a rabo durante un largo periodo. El fútbol control era nuestro, presionábamos en linea de tres cuartos, teníamos al Madrid en la cueva y fruto de ello llegó el primer gol, en propia puerta, tras una gran intervención tanto de Navas por una banda como de Capel por la otra. ¡Así, coño, con dos cojones! pensaba yo mientras retransmitía el partido en Radio Estilo (ya sabéis, menos quejarse de lo malos que son los de la 6ª y más poner la 90.4 FM).

Ya en la segunda mitad al Madrid se le vio con otra disposición. Vamos a sufrir como perros, pensé. Pero a los cinco minutos llegó el gol de Drago. Falta escorada un poco a la derecha a unos 30-35 metros de la portería que parece no llevar peligro alguno pues aunque iba centrada, nadie llegaba al remate. Pero Alonso que no fue a despejarla, y Casillas que una vez más dio muestras que por muy bueno que sea canta que da gusto, la pelota se alojaba dentro. ¡Bien, carajo, otro año igual, ya tenemos la victoria en el bolsillo!

Pero qué iluso fui. El Madrid empuja, y mucho, y más en su campo. Pero si su empuje nos hace retroceder 20 metros y, además, de motu propio retrasamos nosotros mismos otros 20 metros nuestra línea defensiva, pasamos de estar presionándoles en tres cuartos de cancha a estar nuestro hombre más adelantado entre 5 y 10 metros sólo por delante de nuestro borde de área, con 4 defensas y Navas y Perotti de laterales que, cuando la cogían, una vez más tenían que darse la carrera de 70 metros para llegar al área rival, cosa que sucedió en un par de ocasiones.

Pero claro, anoche el que estaba en frente era el equipo más rico del mundo, y eso se notó al final. Palop es divino, pero también humano, y todo no lo podía parar. Si no es por él y los postes hubiéramos podido ver una goleada de las de antaño, un partido de esos en los que nos metían 6-7 goles.

Anoche una vez más se volvió a tropezar por enésima vez en la misma piedra: jugador que sale con una lesión más o menos larga, sale de titular, y vuelve a recaer. Ya son muchas casualidades.

Como casualidad es lo que nos pasa cada vez que nos pita el showman Iturralde.

También intenté reconstruirme el partido en la cabeza, y casi no me salía ni una ocasión del Sevilla a pesar de los dos goles. Y demasiadas de ellos.

El Sevilla, este Sevilla, no sabe defender si no es atacando. Cada vez que se echa atrás salimos escaldados, y buena nota debemos tomar si creemos que el 0-0 nos vale en Champions porque nos podemos llevar un disgusto.

Negredo cada día se acerca más a los Aquivaldo y Romaric que a los Kanouté y Luis Fabiano.

La distancia en lo económico ya lo sabíamos, pero la distancia en lo futbolístico entre el Madrid y el Sevilla se ha agrandado, y mucho.

Y como última reflexión, y es algo que ya he dicho más de una vez: los Palop, Kanouté, Drago, etc deben ser relevados ya de ser los puntales del equipo si queremos seguir creciendo y mantener el estatus que ahora tenemos en el fútbol español y mundial. Ellos no pueden ser los que lleven las riendas del equipo por un período tan largo. Es hora de que otros jugadores den ese paso al frente (alguno ya lo ha hecho), y es hora que venga algún jugador que pueda relevar con garantías a los cracks que antes he nombrado, pero que como humanos que son, la gasolina se les acaba.

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