Señas de identidad

Todavía no hemos resucitado

Por Miguel Ángel Ibáñez

Tras el partido del sábado una se iba a la cama pensando, si nuestro equipo: el Sevilla, había mejorado su juego y había dejado atrás el fútbol de anteriores partidos, porque la victoria ante el Levante en la primera jornada de Liga, hacía presagiar que el equipo se había encontrado con el gol y consigo mismo. Aunque realmente, en caliente, eso es lo que piensa uno cuando termina el partido y se ve consolado por la necesaria victoria.

Pero sinceramente, un partido como el del sábado no te hace ver que una plantilla haya cambiado si tenemos en cuenta que no tuvo rival en frente. El levante, con todas mis disculpas de antemano, fue un equipo muy blando y muy pero que muy cortito. Tendrá que cambiar mucho de aquí en adelante sino quiere sufrir de lo lindo en nuestra liga de las estrellas. Por tanto, ante un conjunto oponente de este calibre no se puede medir con un vara si el equipo sevillista ha cambiado o no, y si se le ven otras cositas a los jugadores.

El técnico nervionense apostó con una alineación inicial, 4-2-3-1, que dejaba en el banco a toda la artillería pesada del ataque, jugando sólo con Negredo arriba, escoltado por detrás por tres hombres: Navas, Renato y Perotti. Y le salió bien. Pero... ¡madre mía sino le hubiera salido bien la cosa...! Seguramente se arriesgó porque enfrente estaba quién estaba.

En fin, todavía este equipo tiene pendiente algo con la afición, y es resucitar de nuevo y hacer confiar a todo el sevillismo de que el Sevilla ha vuelto y está dispuesto a hacer cosas grandes esta temporada.

Al margen de todo esto, vaya telita como estaba el terreno de juego del estadio Ciutat de Valéncia. ¿Esto es un campo de Primera?